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Es una delicia dejarte llevar por los breves senderos que conducen al castillo en las horas centrales del día, aunque hay que mirar donde se pone el pie, tan sucios por los descuidados perros y sus incivicos amos, tan llenas de las caricias del sol que no muy alto traza su arco sobre el mar, mejores, sin duda, estos días de enero que los ventosos de abril o mayo. Al retostero del muro del mediodía, veo desde lo alto y en la lejanía uno de esos enormes cruceros que acaba de salir del puerto, parece inmóvil sobre el agua, pero si tomo como referencia intermedia un bloque de la urbanización de la playa, el crucero llega hasta él, desaparece en parte brevemente y lo sobrepasa, luego va desplazando su inmovilidad, acercándose a Sitges, alejándose de Barcelona. Un par de chicos, ella con un desgarro en las medias de cristal, pocas cosas con tan poco hacen a una mujer tan sexy, y él con el pelo largo y desordenado, se morrean en un banco, él dejándose hacer, tendido en diagonal, con la mano derecha manteniendo a distancia a un perro peludo y pequeño, blanco y negro. A lo largo de estos años la brigada de jardineros ha aterrazado y sembrado de hierba el monte, sujetado por muretes de piedra, limpio de matojos, los algarrobos y los pinos con espacio para respirar. A todas horas hay corros de chicos jóvenes, charlando, haciendo bromas, fumando. 

Me quedaría aquí contemplando, que el sol me inunde de este placer de la hora detenida y gratuita. No hay nada ahí abajo, por debajo de las terrazas y tejados, que me llame. Nada es ahora superior a esta caricia, a pesar de esta soledad tan aireada y espaciosa. Solo cuando me recluya bajo techo, con ráfagas de sol en la memoria, recordaré el pelo liso y negro en su ondulada caída sobre el pecho, la piel tersa, el granito justo por encima del entrecejo, la lengua rosada tras los dientes de Sara, veré su cuerpo recortado por el jersey de cuello de cisne, los párpados medio caídos, los ojos llorosos y sentiré con un vahído no haberle dado el abrazo que me pedía. Luego quizá lea para no dejarme llevar por la tristeza.

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