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Mostrando entradas de enero, 2021

31. No mires hacia afuera

                                                                                                      A Fanny Una delgada corona rodea la ciudad La última mata de pelo de un calvo Plana junto al cuello encrespada en la coronilla como corresponde Algodonosas blancas hacia el este Fragmentadas rotas al noroeste Salvo donde el sol asoma su ojo rojo  y crepuscular He esperado a que la estreñida gama de butanos se diluya para ver en la calva los chichones estrellados Pero no había más que ramas de acacias erizadas Como en una guardería de niños desnudos Su desolada fragilidad apuntando a l cielo Te imaginas un día zas ya no hay estrellas Me he asustado he vuelto corriendo a casa Quizá solo era un efecto inesperado de la hora bruja No salgas por si acaso no mires hacia afuera

30. Avizorando

  En un lejano viaje, una tarde de un lunes de septiembre del 2008, de vuelta a casa por la autovía de Segovia , Nines y yo presentíamos, con un rictus de orgullo, lo que habría de suceder y sucedió en 2012. Hoy, justo un instante antes de salir de casa, ha salido un sol esplendoroso, triunfante, pero no ha durado más de un minuto. Ya en la calle, no comprendo por qué rendija se ha colado porque el cielo es un caparazón de acero gris inexpugnable. Puede no afectarme, puedo salir airoso, durante los meses pasados lo creí, ya no.

29. Huye

  No se sabe de nadie que en diez meses haya sido bañado por el sol No escribas en plural me dijo ni una sola palabra Miré al serpenteante y animoso río y pregunté sobre actualidad Huye de su imperio sálvate me dijo ¿Ves el puente? crúzalo ¿Donde las palomas donde los patos? Los árboles salvo los pinos están desnudos en el patio de la escuela Las vallas exteriores llenas de golondrinas blancas de papiroflexia Un ritual infantil que espante la niebla Mi hijo ha estado a punto de pasar la noche en el calabozo Mientras diligentes jardineros desmochaban los plátanos de los paseos Vuelvo al bosque húmedo y cetrino a empapar los zapatos de barro Donde ni siquiera los pájaros me consuelen

28. Niebla húmeda

  La niebla deposita una patina húmeda Q ue se desliza por el suelo El sol huidizo está ahí unos metros más arriba No solo a mí merecidamente castiga Sé que por desgracia he fallado a muchos Y que a su debido tiempo no me lo perdonaré El río que ahora baja vigoroso A pocos metros afluirá sobre otro más poderoso Hijo de este invierno de nieves hielo lluvia Y niebla s in un leve claro en la tristeza Pero no en el río sino en mis secos ojos Querría que la agua se aliviase Pero soy lo que soy y ni dolorido S abiéndolo le pongo remedio

27. Vergüenza

  ¿No es un don oír el gorjeo entre los árboles A unque de vez en cuando se cruce el graznido D e la urraca e l aire húmedo barriendo tus mejillas La luz gris del día retenida en tus párpados Si crees como yo que es un don P or qué no vas a la pineda detrás de casa O al robledal algo más lejano Y miras arriba hacia las criaturas del aire A los vencejos que tan poco necesitan P or qué no vas al bosque y das las gracias? Toda esta poesía de mierda se me viene abajo cuando cruzo la esquina y un hombre detenido en la acera me dice disculpa ¿tienes 20 céntimos para comer? Me ha jodido el día y escribirlo me llena de vergüenza

26. Chispea

  Chispea Las filas de las cajas son inusitadamente largas Nos esquivamos haciendo contorsiones Apestados de una enfermedad infecciosa No hace frío La gente se cubre la cabeza Se tapa la boca con dos y tres capas Me cruzo con la mujer de un solo ojo No hay cuerpo bajo sus múltiples envoltorios Cómo saber lo que siempre he espiado Para que el mundo alcance sentido Que la mujer es alegre y hermosa

25. Casas molineras

  A un lado el monte del castillo y al otro cuando atravieso la avenida la antigua urbanización franquista con nombre de militar. En medio habito, en este lugar que no hago mío, pero en el que me veo obligado. Paseo mi soledad por ese barrio que casi no conozco, por entre casas molineras, algunas tal cual las construyeron y otras modernizadas sin llegar a ser vanguardistas por los nietos de quienes primero las habitaron, una iglesia de ladrillo, plazas pequeñas, canchas de fútbol y de basket, algunos coches, pero no demasiado ruido. Endulzo mi tristeza con algo de alegría, la música de Marin Marais y Sieur de Sainte Colombe.  Solo hay gente cuando el viejo barrio acaba y empieza uno muy nuevo pero ya descascarillado, con anchas calles y un súper atestado en el que entro y compro cosas que no necesito pero que tengo que dejar en la cinta de la caja cuando me doy cuenta de que no llevo dinero . Vuelvo al barrio que ya no es franquista, camino sin prisa, dejándome llevar por la música,

24. Física española

  Repasando la física nuclear de los años 30, viendo los nombres de los físicos que trabajaban en los distintos laboratorios de Cavendish, Munich, Berlín, París o los grandes complejos del Proyecto Manhattan, incluso de Leningrado y Moscú, no aparece ni un solo nombre español.

23. Siempre pocos

  Veo el reflejo blanco de los faros encendidos en el asfalto empapado al entrar en la rotonda las manchas rojas del semáforo fragmentadas solo sé del fascismo en Italia por lo que he leído de millones de alemanes haciendo piña alrededor de los trazos negros sobre fondo rojo aunque algo sé de privilegios y de libertad crecí discutiendo sobre la autodeterminación de un pueblo cuando ETA empezaba a matar en las calles y en los coches tardé en ver a los que usaban la política para matar también detrás de Franco había un pueblo siempre han sido unos pocos en Cataluña los que no estaban ciegos como hoy lo son mires donde mires en cualquier parte ahora me pregunto si no es mejor una sociedad dividida al menos no te sientes del todo solo la vida es corta compañero

22. Renuncia

  Es la primera vez que renuncio a ir a la montaña, contra la necesidad de salir de la reclusión. Viajamos en coche durante horas para llegar. No hay manera de que algunos, incrédulos, negacionistas, se pongan la mascarilla o que se la pongan bien. Es un riesgo que me da miedo correr, tal como están las cosas. Durante meses no lo he temido.

21. Marcos

  Nuestra mente es un compartimento amojonado. En el uso diario de ese gran mecanismo se van ampliando o recordando sus límites. Creemos que lo que bulle ahí dentro, la percepción del mundo, las decisiones que tomamos, el razonar y el sentir entremezclados, no escapa a nuestra voluntad, que los dirigimos, pero eso dista mucho de ser real. El mundo y nuestra propia percepción quedan recluidos en nuestros marcos.

20. Odisea

  Cuando iniciamos un viaje, tenemos presente la vuelta, sabemos que vamos a volver. La Odisea es el ejemplo de todos los viajes. La propia vida lo es, un comienzo qué acabará en el mismo punto donde comenzó, aunque el viaje se acabe lejos de la patria el recuerdo volverá a ese lugar. Todo viaje es circular. Cambiamos de ciudad, nos mudamos de casa, iniciamos una familia pero siempre tenemos presente donde hemos de volver. Mientras vivieron mis padres siempre tenía presente que donde ellos estuvieran estaba el punto donde yo debía volver. Incluso ahora que ya no están, los dos yacen en el mismo sitio, donde nacieron, a menudo pienso que ese es el punto donde he de volver. La vida es un círculo.

19. La agonía y el sudor del espíritu humano

  En su discurso de aceptación del Nobel dejó dicho Faulkner : "Creo que este premio no se le concede a mi persona sino a mi obra, a la obra de toda una vida hecha en la agonía y el sudor del espíritu humano, no por la gloria ni mucho menos por el beneficio, sino para crear algo, a partir de la materia del espíritu humano, que antes no existía". Dos frases más. Eurípides en el Orestes: "Moriré o viviré. Las cosas más grandes se expresan brevemente". Maurice Diverger en uno de los artículos que publicaba en Le Monde: "Un cadáver separa al comunismo del proyecto socialista: el cadáver de la libertad".

18. Tendencias

  Leo en el periódico que según la agencia Carat estas son las tendencias de 2021. 1. La distancia social que impone la pandemia 2. Del centro de la ciudad a los suburbios y a la región circundante 3. Vidas conectadas 4. Preocupación por la privacidad y el control de datos personales 5. Las personas están más instruidas pero no más educadas. Se abren brechas que separan. Ya estaba ahí pero se acentúa.

17. Cencellada

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  Tras la niebla y el frío nocturno, la cencellada. Hermosa cencellada. Paseo por los alrededores del monte del castillo, con un ligero estremecimiento por este fenómeno natural. Pocos pasean como yo y los que lo hacen no prestan atención. Solo una pareja se detiene a preguntarme si las bolsas de la procesionaria, tantas este año, las protegerán con tantos días bajo cero. He leído que aguantan, que solo sucumben entre los 7 y los 12 bajo cero. El lado sur de la pineda está este año infestado. Por la tarde, de la mano de Taylor Swift vuelvo a pasear por la misma zona, ya no queda ni rastro de escarcha; también la niebla ha desaparecido. En el mirador del castillo contemplo la ciudad y miro dentro de mí. Veo el vacío.

16. Niebla

  Contra el pronóstico de la A E MET la niebla no se ha levantado a la una del mediodía. Una uniforme capa gris cubre el cielo. La escarcha en los tallos y en las ramas sigue ahí. Por la ciudad caminan hombres solitarios y parejas con niño. En las terrazas con la temperatura bajo cero en algunas mesas, con vasos de cervezas en la s mano s, hay grupos de no más de cuatro personas dialogando. Podría pensarse que hoy es más fácil que ayer constituir una nación con una, dos o tres personas en su círculo, pero es un espejismo. La gente no tiene el móvil en la mano porque no resiste las manos desnudas al aire. En cuanto lleguen a casa se enchufar á n a la nación que en algún momento de su vida decidieron afiliarse . Ni siquiera en días como este se hace el silencio en la oquedad aparentemente amurallada de las mentes. La niebla no ha levantado en todo el día.

15. Caídas

  Por fin un día sin niebla, los cielos despejados salvo pequeñas nubes aisladas. La nieva casi ha desaparecido y con ella la capa de hielo que cubría los restos. Qué mejor día para volver a coger la bici. Lo que más me fastidia son los preparativos de invierno: las capas de camisetas, la chaqueta y sobre todo las fundas de las botas. He bajado por la avenida de Cantabria. Bien el asfalto, he subido por el puente que atraviesa el río, por la acera. Ese ha sido mi error. Una fina capa de hielo en una pequeña curva en ascenso ha dado con la bici y conmigo en el suelo: codo y cadera raspadas. Un entretenimiento para los coches que venían en dirección contraria. Los gruesos neumáticos de la mtb parece que no sirven de gran cosa. He seguido, sin embargo, pensando que solo había hielo ahí, en ese recodo cuesta arriba. Por el paseo de la Quinta, llano, despejado, todo iba bien. Hasta que he visto que la gente iba con cuidado, arrastrando los pies a poquitos como los patos. Pensaba hacer kiló

14. Taylor Swift

  Enfilo el camino del norte hacia la explanada del castillo. La nieve persiste, compacta, helándose de nuevo a esta hora en la que la oscuridad está tamizada por el brillo que brota de la nieve. Camino lentamente, con atención por si pillo una placa de hielo. Llevo los cascos puestos, pero esta vez no escucho a Beethoven. Hay un ciclo dedicado ahora a Stravinsky, pero no me entusiasma. Escucho a Taylor Swift. La primera vez que la escucho expresamente. Me gusta: dos discos en streaming. En las canciones más movidas balanceo los pies, me paro y los muevo hacia adelante y atrás. No hay nadie en el camino. Más tarde otro solitario sale de las sombras cuando enfilo hacia la ciudad y delante una solitaria más. La luz de la ciudad roza con tonos naranjas el cielo anubarrado. No me pregunto nada, me dejo llevar por la música, aunque me gustaría entender que dicen esas narraciones de la cantante americana. Solo palabras sueltas, el swing, su voz cálida, un cosquilleo en mi oído.

13. El imperio de lo banal

  Si pierdes el móvil, si permaneces unos cuantos días incomunicado (¿Cómo vivíamos antes?) un mundo comienza a desaparecer y otro comienza a emerger. Esperabas una llamada o un mensaje de una mujer que hace tiempo no veías pero, de pronto, reaparece como posibilidad. Es posible que te haya llamado o que te haya enviado alguna nota; no tienes modo de saberlo. Esa posibilidad se desvanece. Por otro lado, el mundo de la apariencia, la banalidad de las cosas que habita la actualidad, su imperio, deja de tener efecto. Puede que como en la meditación oriental del silencio que se hace en tu mente emerja una energía nueva que haga que en ti se inicie una vida nueva.

12. Atreverse a pensar

  Sé que debería estar escribiendo algo de provecho, algo sólido, enjundioso. Con una doble finalidad: olvidarme del día a día de los asuntos políticos, de la cháchara mediática. Cuando lo hago mi mente se libera: siento paz interior y dominio de mí mismo y mi mente es oceánica, se expande, piensa en grande. Y daría sentido a mi capacidad, me pondría a prueba. Otras veces lo he hecho. He producido textos grandes, algunos completos, otros no, aunque están perdidos y no tengo interés en recuperarlos. Casi siempre me alborota la comparación: otros lo hacen mejor que yo, para qué añadir más mierda al mundo. P arece existir una regla, a mayor atención e inmersión en las disputas del día, mayor alejamiento, menor perspectiva de lo real, mayor vaciamiento de sí. Cualquier dilema se vuelve sencillo o idiota desde la distancia suficiente. Desactivar los patrones del pensamiento, esa es la cuestión, atreverse a pensar.

11. Herencia

  En algún momento toca repartir la herencia. Otra herida más. ¿Para qué mi madre ahorró lo que ahorró? Aunque tampoco sabía en qué gastarlo. Mientras pudo se entregó a un trabajo que le ocupaba todas las horas del día, salvo las que tenía que dedicar a lo doméstico. Después se ocupó de su hija, atada a ella. No lo vivió como tal. No creo que fuera infeliz, aunque cómo saber lo que ocurre en la mente de otra persona, aunque sea tu madre, sobre todo porque es tu madre. Pocas veces me visitó en Barcelona, en parte porque mi hermana no quería. Alguna vez les propuse hacer un viaje al extranjero, no se concretó. Sí que hice algunos más cercanos. Le gustaba estar con amigas. Cafeterías, cartas, bailes, hasta que lo fue dejando, en parte por su hija. Y ahora llega la herencia, los lujos que no se permitió.

10. Odio en Alsasua

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  Pierdo mucho tiempo en la lectura de los periódicos por la mañana. EM y EP. Una, dos horas. Me doy cuenta que, a menudo, es un tiempo perdido. Hoy, por ejemplo, ¿con qué me quedo? Sólo con dos artículos, el de Arcadi Espada y un reportaje de EM sobre Alsasua. Leyendo a AE me doy cuenta de toda la morralla que se escribe sobre el asunto de la performance en el Congreso americano . Tantas palabras banales , idiotas, redundantes, inservibles: “ Se llama extrema derecha ” . AE da con la clave: Twitter. Los que escribían en el dorso de las puertas de los retretes públicos (esta comparación la hago yo) han hallado ahora el modo de hacerlo a la vista de todo el mundo, eso sí enmascarados en un nick. Pues bien, creyendo que un tuit tiene valor, que alguien, ni más ni menos que el presidente del país más poderoso, hace lo mismo y les anima a expresar en vivo sus íntimas obsesiones, se lanzaron a exhibirlas en el momento y el lugar más visible. En cuanto al reportaje sobre el inextingui

9. Voz

  Cuando doy con la voz, pues la voz es más que las palabras que lleva, cuando surge sin que haya detrás quién la dirija, pues ha hecho silencio en torno y aparece desnuda, ¿puedo decir que hablo yo, que yo llevo las palabras, que soy su dueño, el que las dice, o son las palabras, la voz, quien me hace desde fuera? ¿Hablo en el lenguaje o el lenguaje habla en mí?

8. A la espera

  H ay muchas maneras de perder el tiempo, una de ellas es perder toda la tarde sopesando qué móvil he de comprar. El tiempo atmosférico, parece que también el humano, está quieto, como a la espera, detenido por el temporal -Filomena se llama el fenómeno-, y por la pandemia, de la que se espera lo peor. Yo mismo, estoy detenido.

7. Móvil

  Ya 6 días sin móvil. Salvo para echar de vez en cuando un vistazo a los chats en vivo, no lo hecho de menos. Es posible que se hayan perdido algunas llamadas telefónicas. Lo peor, como me ocurre a menudo, lo que me cuesta decidirme por un nuevo móvil. Un trabajo sisífico.

6. La promesa se desvanece

  Siento la necesidad de que fluya en mi la poesía pero tengo el alma seca siento el impulso de preguntar pero los interrogantes están vacíos A las 12:03 exactamente asoma entre las nubes la promesa desnudo mi cabeza y manos hombres solos como postes  oscuros  pasan junto a mí a las 12:09 se desvanece

5. El frutero

  No estaba detrás del aparador de la fruta, he tenido que llamar. Ha aparecido algo más gordo, no demasiado, igual de joven pero con la cabeza como una bombilla iluminada, como la cara brillante de la luna. No creo que me haya reconocido, han pasado muchos años y yo iba enfundado: cara, cabeza, manos. No iba a la frutería de la calle Jerez desde que mi madre estaba en sus cabales. ¿Cuántos años han pasado? Cuando estaba por aquí, la acompañaba a hacer la compra: pescadería, carnicería, frutería. Le gustaba que yo la acompañase. A mi no me apetecía, pero la acompañaba. Ahora, el frutero de la calle Jerez tampoco tiene madre. Entonces estaban los dos, la madre ordenando, moviendo las piezas de aquí para allá, charlatana, preguntando, ¿Qué tal por esos andurriales?, ¿y tus hijos?, esas cosas que la gente pregunta. El hijo, complaciente, obediente, como ahora. El tiempo parecía quieto en ese rincón, estancado, como si nada lo fuese a variar.

4. Desaliento

  Temo que el desaliento se haga personal. Nunca he comenzado un año con más desesperanza. No se trata del discurrir natural, tan imprevisible como cabe esperar, sino del discurrir humano: la gestión de la pandemia, la distribución de los fondos europeos para capear la crisis, el diseño de una política de las cosas equitativa, progesiva, que contemple el futuro. Si miro las noticias como hago cada mañana todo conspira en contra: dirigentes que ponen por encima su propio interés, un gobierno que atiende a los grupos de presión en vez de a la generalidad. Siento una atmósfera opresiva que me afecta íntimamente, como si las cosas solo pudiesen ir a peor.

3. Dedos helados

  A menudo, el exceso de confianza te juega una mala pasada. Hacía -5º esta mañana, he esperado hasta que el termómetro subiese hasta los -3º. El exceso ha consistido en querer subir por donde no debía, un camino empinado y una bajada todavía peor, confiado en que los días pasados me había ido bien sobre los restos de nieve y la fina capa de hielo. Pero el camino elegido me deparaba una sorpresa al poco de empezar: un gran charco helado que lo ocupaba por entero, salvo una estrecha franja en curva junto a la alambrada. He querido sortearlo arrimándome a la alambrada: no cabía y el manillar se ha enredado en el alambre y he caído a la charca. La capa de hielo se ha roto en pedazos y me he hundido medio cuerpo en el agua helada. La chaqueta, los guantes de la mano derecha, dos, siempre voy con dos pares en invierno, la pierna y el pie derecho empapados. Aún así he seguido, pensando que era un incidente mínimo que me permitiría continuar. Al poco, otro charco. Esta vez he decidi d o pas

2. Eva 2

  Probablemente, antes de que yo dicidiese, el deseo ya había decidido por mí. Estaba convencido de que la cosa no iría a más, de que me quedaría con las ganas de atribuir valor y localizar a ‘la bella desconocida’ (JJ) . Antes envié la foto de su perfil de WhatsApp a dos amigos, a JJ, que estuvo aquellos días de 2016 conmigo en Granada, y a R., por si la reconociese como compañera de aficiones en esta ciudad, la montaña, los libros. JJ no la recordaba de nada y, haciendo memoria, no veo ningún encuentro memorable con una mujer que quedase ahí como una herida o como un camino abierto en tierras andaluzas . R., tampoco. M e echó en cara que no recordase a una mujer tan espléndida y añadía que se ofrecía para que fuésemos a enseñarla el Acebal de Soria. Así que a última hora, le conté el sucedido, mediante WhatsApp, a Eva: que estaba “intrigado porque repasando la agenda para felicitar el año nuevo a la gente que conozco, di con este chat. Es de 2016. Y las fechas no me cuadran. Yo e

1. Eva

  ¿Nos devolverá el tiempo las oportunidades perdidas? No lo creo. Un Brief Encounter solo sucede en las películas. Corría marzo del 2016. Estaba yo en Granada haciendo turismo con JJ, Granada y Códoba y Cazorla y las antiguas ciudades de Jaén. Pero ese día, las fotos lo atestiguan, mi memoria es mala, pero la del algoritmo de Google F otos no, ese día intercambio un chat, con dos simples entradas, con un número de teléfono que ahora veo en WhatsApp que corresponde a Eva. Una Eva que no ti e ne nada que ver con Eva de Barcelona, de quien estuve enamorado. En ese chat, a las 14,44, yo le digo que solo de una mujer como ella cabía es p erar que se identificase con el poema y le deseaba Carpe D iem. No recuerdo de qué poema se trataba. No recuerdo dónde la conocí, qué circunstancia vivimos juntos, qué emociones. No recuerdo quién es o era esa Eva ni por qué tenía yo su teléfono . Ella respondía, a las 19,58, detrás de dos emoticonos, uno sonriendo y el otro guiñando: ...precioso.gracia