4. Desaliento

 

Temo que el desaliento se haga personal. Nunca he comenzado un año con más desesperanza. No se trata del discurrir natural, tan imprevisible como cabe esperar, sino del discurrir humano: la gestión de la pandemia, la distribución de los fondos europeos para capear la crisis, el diseño de una política de las cosas equitativa, progesiva, que contemple el futuro. Si miro las noticias como hago cada mañana todo conspira en contra: dirigentes que ponen por encima su propio interés, un gobierno que atiende a los grupos de presión en vez de a la generalidad. Siento una atmósfera opresiva que me afecta íntimamente, como si las cosas solo pudiesen ir a peor.

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