25. Casas molineras
A un lado el monte del castillo y al otro cuando atravieso la avenida la antigua urbanización franquista con nombre de militar. En medio habito, en este lugar que no hago mío, pero en el que me veo obligado. Paseo mi soledad por ese barrio que casi no conozco, por entre casas molineras, algunas tal cual las construyeron y otras modernizadas sin llegar a ser vanguardistas por los nietos de quienes primero las habitaron, una iglesia de ladrillo, plazas pequeñas, canchas de fútbol y de basket, algunos coches, pero no demasiado ruido. Endulzo mi tristeza con algo de alegría, la música de Marin Marais y Sieur de Sainte Colombe.
Solo hay gente cuando el viejo barrio acaba y empieza uno muy nuevo pero ya descascarillado, con anchas calles y un súper atestado en el que entro y compro cosas que no necesito pero que tengo que dejar en la cinta de la caja cuando me doy cuenta de que no llevo dinero. Vuelvo al barrio que ya no es franquista, camino sin prisa, dejándome llevar por la música, sin miedo a tropezar con los caminantes porque en cuanto me ven se apartan, fea costumbre que estamos adquiriendo. Un oasis este barrio que envidio porque no le ha abandonado el aire antiguo, como de pueblo.
Comentarios
Publicar un comentario