15. Caídas
Por fin un día sin niebla, los cielos despejados salvo pequeñas nubes aisladas. La nieva casi ha desaparecido y con ella la capa de hielo que cubría los restos. Qué mejor día para volver a coger la bici. Lo que más me fastidia son los preparativos de invierno: las capas de camisetas, la chaqueta y sobre todo las fundas de las botas. He bajado por la avenida de Cantabria. Bien el asfalto, he subido por el puente que atraviesa el río, por la acera. Ese ha sido mi error. Una fina capa de hielo en una pequeña curva en ascenso ha dado con la bici y conmigo en el suelo: codo y cadera raspadas. Un entretenimiento para los coches que venían en dirección contraria. Los gruesos neumáticos de la mtb parece que no sirven de gran cosa. He seguido, sin embargo, pensando que solo había hielo ahí, en ese recodo cuesta arriba. Por el paseo de la Quinta, llano, despejado, todo iba bien. Hasta que he visto que la gente iba con cuidado, arrastrando los pies a poquitos como los patos. Pensaba hacer kilómetros, pero he dado la vuelta y al hacerlo, girando, otra vez al suelo, por el mismo codo y la misma cadera. Un rasponazo.
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