78. Plegarias atendidas



Cuidados paliativos. ¿Dejamos que los pacientes mueran solos? Una única visita al día del médico encargado; el cuidado rápido y aséptico de enfermeras y auxiliares con mascarillas, premiosas con la cuchara en la boca, esperando acabar la ronda cuanto antes.

Lo han comprendido. Me ha llamado la doctora y me ha dicho que sí, que podía volver a visitarte, hasta tres días a la semana. A ver. Llego por fin al hospital. Me dan dos pases para que podamos verte. Han encendido la tele. Antes había que pagar por ella, así el ruido te hace compañía. Tienes los ojos abiertos, pareces reconocerme. Te pregunto, haces frases, aunque la tele rompe la intimidad. No la puedo apagar porque no tengo mando, ni encuentro el botón de apagado y además es mejor que te acompañe cuando me vaya. Me trago todas las intervenciones parlamentarias. Me produce una enorme vergüenza esa falta de respeto a los televidentes enclaustrados. La información convertida en emoción. Los enfermos y los que todavía no lo están: encerrados, silenciosos, mudos. 

De vuelta a casa me llama la doctora. Na sabe que he dio a visitarte. Me repite que no preste mucha atención a tu mejora relativa. Me da otros indicadores negativos. No pueden enviarte de vuelta al HUBU, tal como están las cosas. Hay que resignarse. Y no, no puedo traerte a casa, no estás en condiciones de que yo pueda cuidarte.


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