126. Hombre nuevo
De
vez en cuando, estos días, un soñador vuelve otra vez al hombre
nuevo. Mejor
dejarlo como está. El hombre común no va más allá de sus
minucias, los fetiches con los que juega cada día (la mayor parte
imágenes que le ofrecen, que muy raramente crea, los adornos de la
casa, las prendas que guarda y clasifica para diferentes actividades,
los accesorios de la cocina, los alimentos, las aficiones), algunos
leen y ven películas de puro entretenimiento. No
se interroga sobre lo real y lo que subyace, sobre lo que podría
ser, sobre una vida diferente, son unos pocos los que lo hacen. Sería
espantoso dejar en manos de esta gente, los
utopistas,
fabricar un hombre nuevo que sacase al común de sus inocentes
entretenimientos. Voltearía
su mundo haciéndoles infelices. El hombre nuevo solo puede ser
singular. Nadie puede ordenar a otro cómo debe organizarse y vivir,
porque toda experiencia es única y yo no puedo vivir por ti.
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