127. Paul Celan
Nos
sobrevuelan tantos textos, tantas imágenes, tantas palabras que
tenemos dificultades para sujetarlas y ponerlas en tierra. Aquello de
los nazis, tan lejano, tan cinematográfico, tan novelesco, con
aquellos caracteres tan bizarros aparecen en nuestra imaginación
despegados, volanderos. Incluso si dijéramos, la shoá
existió, a millones les mataron, qué significa. No forma parte de
nuestra experiencia, a nuestra madre no le dispararon en la nuca en
un campo de exterminio (Paul
Celan, Todesfuge).
No nos han perseguido y encarcelado y torturado. No va con nosotros.
Nos resulta imposible comprenderlo, empatizar con quien no hemos
conocido. Y si accedemos a ello a través de la industria del
entretenimiento lo sacamos de la vida real y del tiempo para situarlo
en un espacio mítico.
Eso
por no hablar de quienes son antisemitas sin saberlo. Encadenados a
un orden mental tienen
irreflexivas
justificaciones para serlo y no saben o no quieren romperlas. Un
estudio del CMJ concluye que el 27% de los alemanes es antisemita.
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