166. La torre


Amarillean los campos

en la tarde benigna

pasada Revilla

unas curvas después

tras un ribazo

la torre enorme

esbelta y pesada

siempre ahí

testigo indiferente

de los que van cayendo


ya soy huérfano

como todos lo somos

la edad sea la que sea

yo mismo lo seré

causa de orfandad

aunque para mis hijos

la torre no sea más

frágil permanencia

que vieja piedra

que también ha de caer



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