222. El peso de la edad

 

Los niños son bullicio, el estado de mayor energía en la configuración humana. Es una alegría verlos. Pero no son el rostro ingenuo y sonriente de las fotografías, la inocencia que el adulto echa de menos, la inocencia perdida que uno querría rescatar en sí mismo. Incansables, cada uno con su particular carácter, pueden ser agotadores. Se les echa de menos cuando no están, agobian cuando están presentes. Por eso la naturaleza es sabia y concede la crianza a jóvenes padres y a los abuelos la tibia promesa de la infancia recuperada.

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