75. Lealtad

 

Seguramente recordamos el día del portazo en la casa del padre o cuando levantamos las rodillas por última vez en la Capilla del colegio o cuando en el hogar familiar le dijimos a nuestra compañera o esposa hasta aquí hemos llegado. Una onda expansiva de liberación. Pesa menos la liberación ideológica, el adiós a un partido, pero quizá a largo plazo el vacío que se hace en nuestra mente sea mayor. Con el tiempo, se aprecia el silencioso hueco y la enorme creatividad que despierta el vacío. Es difícil que recaigamos una vez más en alguna de esas dependencias, con los años la libertad ganada da gran seguridad.


Cuando se rompe la lealtad a un partido en realidad se rompe la lealtad a sus votantes, y se rompe porque la solidaridad con su bienestar, con su libertad, con la igualdad como gran objetivo no ha resistido su indiferencia.


Sales pitando y, con un gesto de la mano por encima del hombro, dices que os den. Así, dices adiós a los votantes del PSC que han tomado por cierto el rumor que, en las pasadas catalanas, extendieron en su oído: que los cuarteles estaban a punto de saltar, y a los de Ciudadanos que hasta el último momento han creído que sus políticos eran de otra pasta, los que en el último instante les han mostrado que su bienestar personal merecía una entrega mayor que la pelea por el prometido bien común. A las planchas de acero que velan porque la luz no traspase sus defensas, a todos los demás, no he tenido nunca nada que decirles.


Ahora para ti la primavera despunta, ya no echarás la mirada atrás, ni adelante tampoco, estás listo para hacer una caricia con la punta del pie a los narcisos que ahora brotan en la ladera del bosque.


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