147. Tres hombres en la cafetería.

La conversación va de la explosión de edificables en el corona exterior de Valencia. Obras abandonadas hace años se han puesto en marcha. Hay pocos solares a la venta. Un ejemplo, Mas Camarena, un chalet de 260 m², que valía 195.000 hace unos años se vende ahora por 400.000. Se discute cómo recuperar el dinero perdido, cómo incitar a nuevos inversores. Parece la nuez de la discusión. Reservar a los inversores la propiedad a partir de un coeficiente de inversión. lo que no se venda se queda como su propiedad. Lo que supondrá aumentar el coste de las viviendas, un 10% -admisible-, un 15% -inasumible-. Lo que ya hacen los bancos con la concesión de hipotecas. Hablan de los jóvenes compradores, de sus recursos, de los que pueden endeudarse hasta 170.000 y de los de hasta 200.000, de quienes pueden aportar el 30% de la hipoteca (quién dispone de 30, 60 o 90.000 euros. Distinto público). Hablan de cooperativas. Del fiasco de la UGT; de que no comprenden el negocio. 

La cosa se pone interesante cuando hablan de confianza mutua, entre ellos, uno pone el solar, los otros capital e inversores, marketing y venta. Hablan de una promoción singular, la suya.

-Por qué habría de confiar en vosotros

- No se trata de confianza sino de hechos, de contratos, de números -le responde el de marketing y ventas.

Desgraciadamente, el capitalista habla muy bajito, en su voz el aura que otorga el dinero. No consigo captar nada de lo que dice. Los otros dos hablan en voz alta, con seguridad, la de quienes concentran el valor en la sonoridad y el énfasis.

Veo al salir su estampa de hombres provectos,  uno, el del solar, en los cincuenta, tipo valenciano rural rico, pero que parece entender de qué va la cosa; los otros dos adentrándose en la sesentena, atildados, canosos, uno con melenilla trasera, ese tipo de masculinidad de los negocios que tanto se veía en Valencia y Valladolid, pongo por caso, antes de la crisis anterior.