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Podría
haber sido otro día, pero este en que se celebra la absurda fiesta
del cumpleaños del arte, que instituyó Robert Filliou, el 17 de
enero de 1963, para rememorar el hecho de que hace exactamente
1.000.000 de años, alguien dejó caer una esponja seca en un cubo de
agua, es tan bueno como cualquier otro para que conectes radio
clásica, de 7 a 8 de la tarde, y te enganches a la celebración
Beethoven (Si
te es imposible tienes los podcast).
Qué puedes hacer
a esa hora mejor, y aun en el entero día, para poner a prueba tu
sensibilidad. De lunes a viernes haz como yo, adéntrate en las
sombras de la noche y déjate llevar por la historia contada por Jan
Swafford en labios de María del Ser. Voy tropezando por los
senderos del castillo, aun en las noches sin luna como hoy, cuesta
que prenda el silencio, antes de que la música te tome como
instrumento, pero ya sabes, Beethoven, disciplina y determinación, y
cuando lo logras nada lo puede igualar. Cada tecla que toque
Beethoven hará vibrar al unísono una cuerda en el
mío y en tu
corazón.
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