22. Vallejo
Hay
días, envueltos en la grisura del invierno, en los que cabe evocar
este
verso de Vallejo,
Yo nací un día que Dios estuvo enfermo
Así
como de la novela se espera que novele pegada a su tiempo, como un
mapa fiel al territorio, de la poesía
se espera intemporalidad, que sea un destilado de la experiencia del
Hombre.
El
libro de Nórdica es bonito, el autor es conocido, aún perdura la fama de su
tiempo, los dibujos estupendos, claros, limpios, pero de ningún modo
surrealistas, se podría decir que acaramelan el difícil tránsito
de una poesía anclada en su época al ojo del hoy lector
desconcertado, aún así, la mirada se explaya en el formato, los
títulos en rojo, el texto en negro, recorre la blanca superficie
alrededor de los versos, descansa, se relaja, los poemas escogidos son suficientes, son buenas las primeras estrofas, incluso en prosa los
comienzos
son
buenos, la
continuidad, no
tanto. César
Vallejo, Me moriré en París,
salvaría está estrofa de un soneto,
Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso,
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.
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