27. Decimos cosas
La
mayoría de nuestros actos no tienen trascendencia, son banales. No
siempre es así. Decimos y hacemos cosas por nuestro trabajo o
profesión o en nuestra familia o en el grupo de amigos que afectan e
influyen en otros. También cuenta la inacción. Hablo de conductas
normales, no patológicas. Podemos hacer desgraciados a otros. Todo
el mundo tiene experiencias desagradables en una ventanilla o a
través del teléfono. Gente que hace mal su trabajo, meros
burócratas, vagos, incompetentes por falta de empeño. No hablo de
corruptos, egoístas, enfermos. Los peores casos se dan en la
administración pública: maestros, médicos, policías, empleados
públicos en ventanilla o a través del teléfono. Contra el muro que
representan cuando hacen mal su trabajo, aparece la impotencia.
Tienen el trabajo asegurado, representan a la autoridad, no eres nada
frente a ellos. Te vuelves a casa o haces lo posible por qué te
atienda otra persona, dejando de lado esa puerta cerrada, ese
absceso. A veces ese mal te destroza. Pero incluso las personas
normales tienen un mal día o convierten su labor en rutinaria, hacen
daño involuntariamente o por descuido. Solo unos pocos al hacer bien
su trabajo son buenas personas por comparación.
Comentarios
Publicar un comentario