48. Lágrimas
Una
nube rosa pálida, como un capote, cubre la ciudad. Al sur un
manchurrón negro, al oeste una suave e irregular banda escarlata.
Camino bajo la luz que proyecta la nube sobre senderos, ligeramente
embarrados por la fina lluvia del día, como un caminante romántico,
acompañado por Beethoven. Me cuesta aflorar las lágrimas, pero en
el atardecer de este día, en que has estado presente más que
cualquier otro, no sé qué extraña vibración se ha producido, se
me sueltan algunas cuando escucho un arreglo para el Canto
elegíaco para cuarteto vocal y cuarteto de cuerda. La música me
produce emociones contenidas, casi siempre cerebrales, sólo con
Schubert y Beethoven llegan, a veces, las lágrimas interiores y casi
nunca las exteriorizo. Hoy sí.
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