114.
"Oigo caer el tiempo, gota a gota, y ninguna gota de las que caen se oye caer" (Pessoa).
Llegó
un poco tarde y ya la auxiliar te daba la comida. Con que torpeza.
Las sábanas, el camisón, tu cara y cuello salpicados de crema de
lentejas. Se ha ido. No has comido mal y cuando te limpiaba alzando
tu puñito me golpeabas, ese gesto tuyo de aproximación, cariño y
confianza. Permanece en ti mucho de lo que has sido.
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Cómo
nos mentimos destilando lo peor de la poesía. Hoy es el peor de
todos los días. El del libro. Cómo huelen esas frases sacadas del
fondo sulfuroso sin que nadie se tape las narices. Las hacemos saltar
de chat en
chat con la risa nerviosa del saltamontes enjaulado. Bajo el brillo
que una vez, una sola vez tuvieron, rastrea nuestro espanto, la torva
alegría de la muerte.
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