97. Dasapareces
Qué
diferente la arboleda en el día lluvioso, ahora con los brotes
nuevos, con el verde clarito
del renacer. Qué diferente el paseo umbrío, un paraguas protector.
Cada día es
único, el mismo que el anterior pero tan diferente, la luz, las
hojas nuevas, distinta el ave y su vuelo.
Me
recibes llorando como una niña que se sintiese abandonada. Enseguida
cesa el llanto, en cuanto atuso tu desordenado pelo y paso sobre tu
mejilla mis dedos.
Sucede
con el encierro y el estar pendiente todo el día de la información
y
las redes, desapareces. Me olvido de tú
aquí, postrada, sola. Aunque tampoco sé más ahora junto a tu cama,
si ocurre algo ahí adentro en tu mente que parece callada.
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