156. Una voz


Por fin he vuelto a verte, mes y medio después de que salieses del hospital. No sé qué decir. Que cada vez eres menos tú. Una sombra, un ser vivo al que el alma le está abandonando, si no te ha abandonado del todo ya. Sentada en la silla móvil, en el patio soleado de la nueva residencia, junto a otros que están en mejor estado que tú. Supongo que dentro habrá otros en peor estado. No has abierto los ojos una sola vez. La boca sí, plenamente abierta, no porque te faltase aire, sino por el estado en que estás, ¿sin conciencia? Solo he podido verte desde fuera, desde la calle, a través de una verja. Te hemos hablado, tu hija y yo, te llamábamos, te decíamos hola, por ver si abrías los ojos o decías algo. El parkinson se ha acentuado, te tiemblan las manos y un estremecimiento recorre tu cuerpo. He creído que se debía a que reconocías nuestras voces, pero no lo sé. Sólo una vez has querido formular algo, una voz que se despegaba de tu cuerpo y se alzaba para llegar hasta nosotros, un adiós, cuando nos íbamos. O eso he creído.




Comentarios

Entradas populares de este blog

346. Experiencia y categorizaciones

149. EL filo de Wenlock (Cara B)

138. Cara B - Pozos profundos