178. Hueco


No se va el hueco, no desaparece. Siempre habrá cosas que hagamos, que repitamos, que son reflejo de lo que hace un año, de lo que hace unos meses hacíamos contigo. Cuántas veces hemos ido a Fuentes Blancas o a la campa detrás del Monasterio de San Pedro de Cardeña, quizá el lugar que más te gustaba, salvo tu propia casa. Hace un año por ahora, íbamos los fines de semana cuando te traía a casa. Y hace un par o tres de años todos los días buenos, todo el verano. Una costumbre que adquirimos en las convalecencias de tus operaciones. Cómo lo agradecías. Percibo tu rastro en las sillas plegables, en los caminos por entre los trigos que verdeaban en mayo y amarilleaban a finales de junio, como ahora, tu mirada hacia las encinas y el bosque. Tanto como te gustaba caminar, la alegría del horizonte abierto, caldeado, lleno de pájaros.


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