162. La ruta de las loberas (Caleruega)

Hemos iniciado la ruta con algo de aprensión por si llovía. Nubes altas, blancas y oscuras y algo más lejos, hacia Burgos, grises y negras. Apenas nos han caído unas gotas cuando volvíamos. No hay que hacer grandes ascensos y descensos. El plan era ver unos cuantos hitos de la arqueología de la zona. Fuentes y parte de una calzada romana, una vieja ermita medieval atribuida al hermano de Santo Domingo, un castro en un cerro del que se han excavado la planta de la pequeña iglesia y unas pocas viviendas, el castillo de Alfonso VIII, el de Leonor Plantagenet o Leonor de Inglaterra, hija del rey Enrique II, del que apenas quedan unas pocas paredes y una bóveda medio enterrada y las bodegas del mismo rey, quizá lo mejor conservado porque hasta no hace mucho estaba bajo tierra. Ahora está visible la gran bóveda central y las pequeñas laterales, donde debían estar las grandes cubas. Y también las perfectamente conservadas loberas que da nombre a la ruta.

Ya en Caleruega no hemos podido ver el monasterio de las dominicas ni las iglesias ni las bodegas todavía cerradas por la pandemia, pero si las vistas de los alrededores desde el mirador de la peña de San Jorge, desde las sierras de Guadarrama y Somosierra hasta las de Tejada, Pico de Cervera y Carazo. Tampoco hemos visto, sí por fuera, la llamada catedral del sur de la provincia, realmente impresionante, de Gumiel de Izán, pero sí el edificio de la fuente vieja de Valdeande y la bomba para sacar agua y la añosa morera junto a la iglesia, cuyos brazos están sostenidos por varios tablones, aunque tampoco, claro está el retablo renacentista de Berruguete. En años de malas cosechas las moras se mezclaban con las uvas, dando según dicen los vecinos a un vino pasable.



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