347. Dónde poner las comas

 

Atesoro los recuerdos de cuando mi madre estaba viva, en plenitud, cuando la vida le pertenecía, era suya. Cantaba y bailaba en ella. Una carta a los reyes magos, yo a la mesa, junto a la cocina económica de la planta baja, en el pueblo, sobre la gloria. Qué pocos recuerdos de cuando yo era niño, pero ese lo tengo. Me decía que podía pedir lo que quisiese, aunque luego me corregía si lo que yo pedía estaba fuera de su alcance. Me daba una explicación convincente de por qué eso no. Yo escribía y ella me decía dónde tenía que poner las comas. Recuerdo con precisión ese detalle, dónde poner las comas.

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