45. Céfalo y Procris

 

Para los griegos Céfalo y Procris son los amantes que se juran fidelidad pero que no pueden conservar su promesa. Al bello Céfalo, hijo del rey de la Fócide, le raptó Eos, la Aurora, para disfrutar de sus encantos, aunque Céfalo la rechaza por fidelidad a sus votos. Eos no ceja y hace lo posible por desengañar a su esquivo amante. Céfalo, persiste en creer que Procris, princesa de Atenas, le es fiel. Eos le disfraza de furtivo cazador y le lleva al bosque para que se haga el encontradizo. Procris al verlo se entrega. Céfalo se convertirá en amante de Eos y con ella tendrá un hijo. Avergonzada al descubrir el engaño, Procris, consumada viajera y cazadora, huye a Creta y se entrega a Minos, a quién salva de una fea enfermedad asociada a su vigor. Minos, guiado por Artemisa, le entrega como recompensa, una lanza infalible y a Lélape, el perro que nunca falla en la caza de la presa. Sin embargo, vuelven a jurarse fidelidad y en el acto Procris le entrega a Céfalo la lanza que nunca hierra el blanco y a Lélape. Ambos son cazadores, pero para ellos la caza no es una actividad utilitaria. Procris, celosa de que su marido abandone el lecho antes de salir el sol, sale al bosque y se esconde en un arbusto para comprobar si es cierto que Céfalo cada mañana llama melancólico a la Aurora. Céfalo iniciaba su jornada de caza entonando un himno a Aura, el viento, pero cuando Procris lo oye sus celos la traicionan y confunde a Aura con su amante, la Aurora, y hacen que sea descubierta. Céfalo oyendo la agitación en la maleza lanza la infalible lanza contra Procris tomándola por un animal salvaje.

Procris pierde la vida. El perro de Procris es la estrella más luminosa del firmamento, situada justo a los pies del cazador celeste, Orión, también antiguo amante de Eos. Qué historia puede reflejar mejor al inconstante amor. Los enamorados cuando hacen votos de fidelidad son veraces pero su naturaleza es superior a la fugaz promesa.