53. Procesionaria

 



No han tardado una semana en dejarse caer de los pinos. Paseo por las tardes por la explanada del castillo. Veo la posición de Venus, el momento en que aparece el Perro, cómo se va formando la constelación del Cazador, Cástor y Pollux, cuándo el Carro. Paso por debajo de los nidos orientados hacia el sur, procurando no pasar justo debajo, después de que hace unas semanas me cayesen sus pelillos tóxicos y me lo hiciesen pasar mal. Hoy no quedaba ni uno, ni un nido, ni rastro de las bolsas blancas, en la arboleda infectada hasta hace unos días. Han bajado en el momento justo, como si adivinasen la baja temperatura que esta mañana ha cubierto con una fina capa de nieve la ciudad. Ya el sábado, subiendo al Balgerri, en los montes de Ordunte, veíamos las largas procesiones, cayendo, enfilando en una linea continúa, enterrándose en las zonas blandas del camino. Hacía bueno y era esperable. Es el momento. Pero no lo esperaba tan pronto, aquí en la ciudad. Las bajas temperaturas de enero, cuando llegamos a los 10 bajo cero, no les han afectado.


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