78. Fanatismo

 

Sigue diciendo Stefan Sweig en su Castellio contra Calvino.


Los tiranos buscan siempre embellecer sus actos de violencia con algún ideal religioso o ideológico, pero la sangre ensucia cualquier idea. La violencia envilece cualquier pensamiento.


Desde que comenzó el mundo, todos los males han venido de los doctrinarios, que, intransigentes, proclaman su opinión y su ideario como los únicos válidos.


No solo los fanáticos aislados son peligrosos, sino el funesto espíritu del fanatismo. El intelectual, por tanto, no solo ha de combatir a los hombres duros, que muestran celo por tener la razón y están ávidos de sangre, sino también cualquier idea que adopte una actitud terrorista, pues ni los más crueles tiranos derramarán tanta sangre como la que habéis hecho correr vosotros.


Siempre se cumple la misma regla, según la cual quien en una ocasión recurre a la fuerza, ha de seguir empleándola. Y a quién se ha iniciado en el terror, no le queda más remedio que intensificarlo y que solo hay un modo de asegurar la totalidad del poder: mediante el exterminio total de cualquier oposición.


La ventaja del partido de los fanáticos: tan pronto como sus oponentes humanistas han hecho públicas sus ideas, les parece superfluo tratar de convencer una y otra vez al mundo de modo propagandístico, cómo hace el partido de los fanáticos.


Comentarios

Entradas populares de este blog

346. Experiencia y categorizaciones

149. EL filo de Wenlock (Cara B)

138. Cara B - Pozos profundos