113. El cura de Malraux

 

Malraux preguntó a un viejo cura que llevaba 50 años escuchando en el secreto del concesionario ¿qué había aprendido del alma humana? "He aprendido dos cosas. La primera es que la gente es mucho más infeliz de lo que creemos. La segunda es que no hay grandes personas".


El cura aterrizó en esa equivocada conclusión porque hacía demasiadas concesiones a quienes le susurraban en el confesionario, no era capaz de arrancarles verdaderas confesiones porque es lo que quería oír. Las buenas gentes siempre ponen por delante su maldad -no su bondad- porque ansían más que nada ser perdonados. El cristianismo es una religión levantada sobre la culpa.

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