301. Zagreb

 Huecos en el vuelo de Madrid a Zagreb. Retraso de una hora por una tormenta profunda en la atmósfera, nada que ver con la que se describe en La anomalía. El aeropuerto es pequeño y las colas aceptables para la revisión de identidad y el certificado de COVID. A tres horas del hotel para mañana levantarse temprano y caminar por el parque nacional de Plitvice las carreteras están muy poco concurridas a esta hora de la noche. Las 22 h. En el grupo una baja de última hora me permite dormir solo en la habitación. De otro modo hubiese tenido que dormir con Pilar. No hubieses supuesto ninguna molestia pero es más cómodo estar solo. Es la segunda vez que vengo a Croacia, la anterior fue con Nines. Algunos lugares los volveré a ver por segunda vez.


El bus avanza por la oscuridad de la noche de vez en cuando iluminada por los faros de los coches que vienen de frente. Sin embargo no hay nada que induzca al misterio, que cree expectativas, ausente la perplejidad que la vida necesita para seguir creando la euforia de su continua afirmación.



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