304. Una familia de mundo

 Salimos en ferry del muy turístico parque nacional de Krka en Sibenik. Inadvertidamente me siento junto a una familia con cuatro hijos. Es el hombre el que comienza la conversación, me pregunta de dónde soy, de qué ciudad. Yo le adivino argentino por el acento pero me lo desmiente con una cierta consternación por considerarle tal. No sabe decir con certeza a qué etnia pertenece. Vive y trabajan en Colonia. Salió de Polonia cuando el comunismo agonizaba: Cayó, me dice, como se desploma un espantajo al que mundo ha comenzado a faltarle al respeto. No sucedía, se lamenta, como sucede en Venezuela, el país de su mujer, donde tantos defienden a un régimen que no les da de comer, en el que tantos han de abandonarlo para sobrevivir. Y con tan mala fortuna de ir a países como Colombia o Chile que no les quieren o a donde, en Perú, parece se van a encontrar con algo parecido a Venezuela. El hombre -he sido tan torpe como para no preguntarle a él y a su mujer cómo se llamaban- pasó por varios países americanos antes de vivir una temporada en España y de afincarse en Venezuela donde conoció a su actual mujer cuando Chávez comenzó su revolución. Tuvieron que huir con solo las maletas perdiendo cuando tenían. Volvieron a Europa y se instalaron en Alemania. No parecen tener una buena opinión de la Unión Europea, la burocracia el formalismo la falta de controles democráticos, aunque reconoce que es el mejor lugar para vivir. Temen que el populismo que se extiende por el mundo también recale en Europa. Son pesimistas incluso con Alemania donde se vive tan bién gracias a la deuda que les deben muchos países, pero también, reconoce, a una cierta estratificación social. Los obreros del este, buenos técnicos, se encargan de los trabajos necesarios para que el país funcione, mientras los alemanes se dedican a la industria tan extendida. Respecto de la inmigración en Alemania se muestra ambivalente. A los recién llegados les cuesta mucho integrarse en la cultura y la civilidad alemana, pero al contrario que sucede en Francia e Inglaterra la segunda generación aprende oficios habla en alemán y acepta su mejora relativa. Reconoce que la Unión Europea ha sido un chollo para Alemania. También tiene su opinión sobre lo sucedido políticamente en España en los últimos tiempos. El hombre tiene ganas de hablar y va desgranando razonadamente poco a poco su opinión sobre las cosas. La mujer habla poco, en todo caso para confirmar lo que él va diciendo. También una hija interviene de vez en cuando en la conversación. Nos despedimos con un apretón de manos y deseándonos suerte.


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