359. Dresde barroca

 

Merkel llegaba a Dresde para conmemorar a Vermeer. Aplaudían y silbaban los vecinos, mientras coros de niños pugnaban por ser oídos en escenarios al aire libre. Alguien me ha dicho que hasta hace poco, las dos iglesias principales seguían arruinadas. Solo después de la unificación comenzó la reconstrucción. El barroco, y mucho Rococó, se ve limpio, brillante, todavía no tocado por la oxidación, como lo está la piedra vieja con elementos de manganeso. La luterana Frauenkirche es una bombonera, un salón dieciochesco listo para el concierto de órgano más que para el rezo. La Hofkirche católica con una enorme sala que nunca se llena porque pocos son los católicos de la ciudad. Augusto I el Fuerte se bautizó y la construyó para ser rey de Polonia, se hizo católico a comienzos del XVIII. Pocos son los unos y la otros, pocos los turistas, poco los inmigrantes y gente de color. Turismo de interior sí lo hay. Mucha salchicha, ricas las bratwurst a la parrilla de los puestos callejeros junto al Elba. Museos, salas de conciertos, arquitectura barroca. Pero qué puedo asegurar si solo he visto el casco antiguo en la cuarta ciudad alemana por tamaño.


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