153. Puentedey
Me cuenta una historia soñada R. Hace años estuvo enamorado de una chica de la universidad. Especial. No conversaba con nadie salvo con él y una amiga. Le hizo una aproximación pero terminó en fracaso. De esos que duelen. Han pasado los años. Ninguno de los dos es ya universitario. Ahora son otra cosa, más cerca del naufragio que de los sueños, como a todos nos sucede. Alguna vez la ha visto. Sigue solitaria, entrampada en su modo de ser. Ya no es aquella chica fresca de la que se enamoró. Anoche soñó con ella. Le ha intrigado tanto el sueño como para comentármelo de camino hacia Puentedey. Después de tantos años se han acostado. El sueño ha reparado la frustración de entonces. Se han movido las manos, se ha movido la boca, buscando sabores, recorriendo la geografía del cuerpo desconocido. Ahí ha venido la sorpresa, la chica era chico, al menos genitalmente. Me ha pedido que le explicase el sueño. No he podido. Los sueños son fragmentos de memoria, nada más, como cuando buscamos en la basura del vecino restos de facturas o cartas u objetos para reconstruir su vida (yo no lo he hecho, se lo oí el otro día a otro amigo. Una historia más apasionante, más rara, una historia que decía más del contador que del investigado. Un auténtico thriller que le pedí que escribiera. A mí me faltan los detalles).
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